martes, 4 de julio de 2006

Un desafío más para el Movimiento:

"La subjetividad del peronismo"

*por Santiago Cafiero
espacio_sanisidro@yahoo.com.ar


El peronismo, al igual que todos los movimientos sociales y políticos de raigambre popular, se crearon a partir de grandes necesidades o reivindicaciones nacionales. Una gran crisis político-institucional, una gran depresión económica o simplemente el relego en políticas sociales o laborales. Latinoamérica, por su idiosincrasia, abunda en experiencias movimientistas, son ejemplos; el “Varguismo” en Brasil, los acontecimientos revolucionarios de México que crearon el PRI, el “Sandinismo” en Nicaragua, la revolución cubana, el Movimiento al Socialismo de Evo Morales en Bolivia, el APRA peruano y la Revolución Bolivariana en Venezuela, entre otros. En el caso argentino vale sólo recordar al radicalismo de Yrigoyen. La lucha por la causa nacionalizada acotaba la identificación ideológica en izquierda o derecha, y empujaba hacia el plano del pragmatismo, este es carácter distintivo de dichas expresiones políticas y del que el justicialismo hizo (hace) gala.De todas formas no es el ánimo de estas líneas sondear en la génesis del Movimiento, sino dar cuenta de un aspecto que creemos fue el que permitió que el peronismo se diferencie de cualquier fenómeno social de época y cale en lo profundo del espíritu del pueblo argentino; para plantearlo como un interrogante: ¿cuál es la razón de la permanencia y vigencia del movimiento? Anticipándonos; la subjetividad peronista.Perón fue esquemático y definió la doctrina en tres banderas: Libertad Económica, Soberanía Política y Justicia Social. Estas serían sus reivindicaciones, sus pilares, las que se traducirían en políticas de estado durante la vida de su administración. Contaba con un sujeto social nuevo en la política nacional, la clase obrera, que materializaba el proyecto de país a través de un apoyo incondicional a las políticas gubernamentales. Organizados y regularizados en sindicatos componían la base social, “columna vertebral”, la legitimidad práctica que el gobierno necesitaba para su paquete de reformas.Para avanzar en nuestro análisis resumiremos el concepto de legitimidad en la aceptación a un mandato determinado, reconociendo en él un ejercicio justo del poder. Seguido entendemos que tiene dos componentes que no hay que perder de vista, la credibilidad y el liderazgo. Las políticas de reforma, el reconocimiento de derechos, el crecimiento económico, y fundamentalmente, la distribución de la riqueza, otorgó a la administración una magnífica cuota de credibilidad, funcional a la construcción de poder a partir de acción y confrontación con actores opositores, “el viejo régimen”. El liderazgo, reconocer en la figura presidencial a la persona que vela por los intereses del pueblo, se ejercía desde una retórica criolla y una puesta en escena grandiosa, con simbologías y emblemas que fijaban, y decoraban, un sentido de pertenencia al conjunto, un sentido de masa.Estos elementos, altos niveles de credibilidad y liderazgo, cumplen un rol definitorio en la construcción de la subjetividad peronista, mas quedan en la perspectiva del individuo. La interpretación personal de las banderas, de la causa, de las políticas, y su posterior adopción como reivindicaciones propias nos permite analizar parte de su éxito como movimiento político, pero no podremos explicar su vigencia, y mucho menos su diferenciación con el resto de las expresiones sociales, debemos introducir el elemento subjetivo/identatario del movimiento, la avalancha constructora de una identidad compartida.El plano particular nos arroja una explicación parcial vinculada a la interpretación de los sentimientos, de los valores en juego, de la moral individual. Necesitamos, entonces, incorporarle el plano societal (comunitario) a esta perspectiva hermenéutica y vincularla con la de la subjetividad, entendida como proceso de producción de significados y que puede analizarse tanto en el nivel individual o en el social. Agregamos que los significados no sólo se generan a partir de la interacción de individuos, sino que dentro de ciertos límites espaciales y temporales los actores se vinculan con significados acumulados socialmente. Así la subjetividad peronista se nutre de construcciones de sentido de hoy y de ayer. El filósofo alemán Jurgen Habermas afirmará que el significado es reflexión sobre la vivencia pero no la vivencia misma. Aquí la trascendencia por generaciones del peronismo, de aquellos que lo vieron, aquellos que lo viven y aquellos que lo sienten. Aquellos que conocieron la bonanza, la proscripción, la vuelta. Aquellos que lo escribieron, los que lo contaron y a los que se los contaron. Los que fueron protagonistas, los que lo heredaron y los que lo eligen. Aquí la vigencia de seguir observando la argentinidad mediante el prisma del peronismo.Cuando aludimos a la subjetividad peronista no nos interesa como proceso psicológico, sino como proceso social, es decir, como proceso de dar sentido que puede trascender lo individual y extender la durabilidad, no se trata de los sentido acumulados, sino del proceso mismo. La construcción de subjetividad se da en espacios diversos, los que cuentan con elementos acumulados para dar sentido socialmente, no como tipificación de códigos que resumiría la subjetividad a la cultura, sino como un proceso de incorporación de los códigos acumulados que crea estructuras subjetivas para una situación concreta.La subjetividad peronista hizo que un escenario de apoyo a un gobierno constitucional derivara en un profundo sentir de lo nacional, mutando de una conceptualización de grupo político a un sinónimo de lo popular; permitió transformar un proceso político de época en una legitimidad permanente.Las sucesivas crisis políticas han erosionado este aspecto del Movimiento, también han aportado su parte dirigentes envalentonados en la doctrina que luego entregaban las banderas. El peronismo debe recuperar su elemento subjetivo, su capacidad de construir identidades comunes; debe romper con las visiones sectarias partidistas y recuperar la visión de Movimiento, debe reconciliarse con las expresiones que él predica pero se encuentran dispersas en distintos sectores sociales. Se plantea así la revalorización de la subjetividad, incorporación de nuevos valores, nuevas banderas, que enmarcada en una causa sentida a nivel nacional como prioridad indiscutible, lata en el corazón del pueblo argentino. Motive su participación en los asuntos público/ políticos, accione mecanismos de debate y construya un sujeto social contestatario y motor del cambio. El peronismo debe dejar de comportarse como un partido de gobierno, o como la maquinaria electoral perfecta. Innumerables causas lo agobian, 13 millones de argentinos por debajo de la línea de la pobreza, 2 millones de desocupados, una desigualdad que haciende a 27 veces reflejada en el nivel salarial del 1° y 10° decil, surgen como banderas impostergables, el peronismo aún tiene mucho para dar. El Movimiento pudo con sus causas históricas, hoy, a 60 años de edad se le presenta un nuevo desafío.