Espacio San Isidro
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Para quienes desconocen la leyenda del Leviatán se trata de un personaje bíblico que por creación de Dios protegía los mares de aquellos seres malignos que intentaban contaminarlos o por la violencia apropiarse de las tierras ricas con el solo objeto de destruirlas. Este poderoso monstruo fue utilizado metafóricamente por el filósofo político ingles Thomas Hobbes en su obra "Del Leviatán o la materia, forma, y poder de una república eclesiástica y civil". Hobbes transita una época de grandes cambios. La Edad Media y el Feudalismo en decadencia va camino hacia el precapitalismo. Existen conflictos indisolubles entre monarquistas y parlamentaristas. El rey Enrique VIII rompe relaciones con el Vaticano, la iglesia anglicana y el puritanismo se encuentran fuertemente enfrentados, mientras que la guerra civil obliga el surgimiento de un nuevo pensamiento político que acompañe estos procesos en Inglaterra y en Francia. En este contexto el pensamiento filosófico de Hobbes intenta desarrollar una teoría política sustentada en la búsqueda de un nuevo orden social que restablezca el equilibrio de poder en una sociedad signada por la anarquía y el caos.

En este sentido Hobbes plantea que…"en la naturaleza del hombre hallamos tres causas de discordia la competencia: impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio; la desconfianza: para lograr seguridad y la gloria: para ganar reputación. Durante el tiempo en que los hombres en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos. En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay poder común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia" …(Leviatán, Thomas Hobbes)
Consideraba que el estado de naturaleza del hombre esta regido por la irracionalidad, el egoísmo, el instinto de supervivencia, por la violencia de la ley del más fuerte para imponer su propia voluntad facilitando de esta manera sus intereses particulares. "El hombre se convierte en el lobo del hombre" (homo hominis, lupus) y en este estado de anarquía es necesario un poder superior de carácter autoritario que fije las reglas de un nuevo orden. Los hombres pactan por la inseguridad vital que generan las relaciones entre hombres, libres e iguales, desde la visión determinista de Hobbes que entiende a la igualdad no como un valor sino como un peligro latente para la instalación del orden absoluto.
El contrato hobbesiano ha sido a lo largo de nuestra historia una indudable justificación ideológica utilizada por la elite dominante tradicional en la argentina representada por la derecha nacional. Para no abundar en ejemplos podemos citar la alianza conservadora - militar que provocó la primera fractura institucional en 1930 con el derrocamiento del gobierno constitucional de Hipólito Irigoyen, cuya fundamentación era "la anarquía generalizada en que vivía nuestro país producto de la inseguridad económica y social" hecho que implicaba la restauración del orden.
Con el surgimiento del Peronismo la derecha argentina junto a sectores de la iglesia defendió sus intereses como elite dominante primero desde su alianza con la secretaria de estado norteamericana y la Unión Democrática instalando la idea del "régimen fascista" que atentaba contra la seguridad de su status quo y luego a través del enfrentamiento religiosos que junto a la crisis económica proclamaban una "Revolución que los liberará de la tiranía" de ese aluvión zoológico al que Perón le había otorgado derechos civiles, sociales y económicos inaceptables para sus intereses. Era necesario un nuevo contrato hobbesiano que
reestableciera el orden y la seguridad de la elite.

Una vez más la derecha argentina carente de proyectos alternativos, de propuestas superadoras, de ideas innovadoras y atractivas frente a una sociedad ávida de construir una democracia mejor, se refugia en los discursos metafísicos acerca de la destrucción de la institucionalidad y la república; instalan la idea de la tendencia hegemónica del peronismo en el poder; proclaman la llegada de una crisis económica terminal a causa del excesivo gasto público, el consumo de energía y la ausencia de seguridad financiera; y sobre todo, la profunda situación de inseguridad pública por la que transita la elite dominante, ya que, la leyes que reclaman implemente el gobierno nacional con urgencia, carecen de propuestas destinadas a resolver la marginalidad, exclusión y las desigualdades sociales que generó el neoliberalismo que sostuvieron y apoyaron en la década de los 90´. Para la derecha argentina la pobreza es sinónimo de peligrosidad y delito potencial por eso demandan la baja en la edad de imputabilidad, tolerancia cero y mano dura en la justicia, y en las fuerzas de seguridad.
Agitar el fantasma del Leviatán tomando como eje el problema de la Inseguridad pública como en el pasado, se ha convertido en la estrategia electoral de la derecha argentina con miras a las elecciones presidenciales del 2007. Más allá del justificado reclamo de los familiares de las víctimas por la inseguridad, como argentinos, debemos aprender a diferenciar el ejercicio del legítimo derecho a reclamar ante el Estado por la defensa de nuestros derechos ciudadanos, de la especulación política de la derecha argentina, que intenta reemplazar su incapacidad y mediocridad para la construcción de poder político aprovechando el dolor y la lucha de estos ciudadano, para imponer la idea de un contexto de anarquía y caos social, que nuevamente nos lleve a la conformación de un nuevo orden social sobre la base de un contrato hobbesiano que se reproduce siempre sobre los mismos ejes: la recuperación del poder de la elite, el orden político y el modelo económico.
