*Antonio Cafiero
A veinte años del triunfo de la Renovación peronista en elecciones parlamentarias y de gobernadores, es momento de una segunda etapa que retome los ideales de un partido respetuoso de valores como la lealtad, la capacidad de liderazgo y la gestión transformadora.
Hace veinte años el justicialismo demostró su capacidad para adaptarse a los cambios históricos, preservando su identidad y asumiendo los desafíos de la época.
Porque la Renovación peronista no fue solamente la respuesta que elaboró una joven generación para recuperar la mayoría perdida en octubre de 1983. Fue, sobre todo, la actualización de las ideas justicialistas, extraídas de su acervo fundacional pero adaptadas al nuevo tiempo que vivía el país como consecuencia del retorno a la democracia.
Convocamos entonces a la juventud a integrarse a las filas de la Renovación y, ya en setiembre de 1985, pude decir: "Me jacto de tener a mi lado a la juventud más brillante del justicialismo, tanto en el campo intelectual y técnico como en el político".
Esos jóvenes de hace veinte años se fueron incorporando a la vida pública, ocuparon y ocupan las más altas funciones en el Estado nacional, provincial y municipal, y siguen hoy constituyendo, por el voto del pueblo, la dirigencia donde se asienta el poder político territorial del peronismo.
Inauguramos un nuevo estilo político. Fuimos a Campo de Mayo en la jornada de Semana Santa para reclamar la rendición de los rebeldes y la preservación del orden constitucional. Desde la provincia de Buenos Aires y el Parlamento colaboramos para proteger la gobernabilidad de un país cuya gestión no era la nuestra.
Hoy sabemos que los enfrentamientos de 1987 han sido superados y que sin perjuicio de mantener sus respectivas identidades la dirigencia política aspira a definir un nuevo proyecto nacional plural y concertado. En esta tarea el peronismo debe ocupar un rol central apelando a una Segunda Renovación que retome los ideales de construir un partido con ideas, democráticamente organizado, en el que predominen sus valores históricos como la lealtad, la capacidad de liderazgo y de gestión para transformar la realidad.
Rechacemos la pretensión de que el peronismo ha muerto porque habría cumplido su ciclo histórico. Sólo muere lo que se olvida o se sustituye. Nada de esto está por suceder entre nosotros. Por lo menos mientras haya argentinos dispuestos a defender los ideales constitutivos del justicialismo.
Por ello es que ahora, en el 2007, proponemos luchar por la revalorización de la política y de los partidos, transparentar y normalizar el Partido Justicialista eligiendo sus autoridades y candidatos por el voto directo de los afiliados. Sólo así aumentaremos la calidad institucional de la política y cumpliremos con la Constitución Nacional que señala a los partidos políticos como instituciones fundamentales del sistema democrático. Así construiremos una verdadera democracia en la que los candidatos sean los portadores de las ideas nacidas del debate interno.
"Renovarse no es renunciar a las esencias", dijimos hace veinte años, traduciendo aquellas palabras de Perón pronunciadas en 1949, que hoy volvemos a traer al presente: "El hombre muere; sólo sus ideas pueden quedar. Los peronistas no harían nada con un viejo o con un muerto; con la doctrina lo harían todo e impulsarán la evolución del país, adecuando la doctrina al momento histórico nacional, poniendo nuevas fuerzas al servicio del bien y nuevas formas de ejecución al servicio de nuevas conciencias".
*EX GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, EX SENADOR NACIONAL