Este pequeño fragmento del pensamiento vivo del compañero Juan Domingo Perón que figura en el libro "Tercera Posición y Unidad Latinoamericana" fue realizado ante estudiantes latinoamericanos, en el Teatro Cervantes, de la Ciudad de Buenos Aires, durante el mes de abril de 1954. Los invitamos a reflexionar sobre tan importantes y contundentes argumentaciones que seguramente nos serviran para comprender la esencia del Peronismo y la causa histórica que aún debemos realizar para la felicidad de nuestro Pueblo y la Grandeza de la Patria.
*por Juan Domingo Perón
Esa inmensa reserva de Latinoamérica que representa su porvenir de grandeza, representa también el más grave peligro que la asecha en los tiempos que van a venir. Por esa razón pienso yo que debemos comenzar a pensar seriamente en estos problemas, por otra parte para enfrentar un difícil porvenir, porque en el mundo ya no creo que pueda haber fácil porvenir para ninguno, sino, por el contrario, difícil; nosotros pensamos como americanos y especialmente como latinoamericanos que debemos ir previendo la posibilidad de una necesidad de nuestros medios y de nuestros propios países. Y la mejor defensa está, precisamente, en nuestra unión, y en nuestra unidad. Por eso he afirmado, en muchas ocasiones, que el año 2000 nos encontrará unidos o dominados.
Cuando se analizan desde el punto de vista geopolítico nuestros países, ninguno está preparado para ser un gran país del futuro, porque todos carecen de unidad económica. Ni Brasil tiene unidad económica, ni Argentina tiene unidad económica, no la tienen tampoco Chile, Perú, Bolivia, Colombia ni Venezuela; ninguno de estos países tiene, por sí, unidad económica suficiente como para garantizar su porvenir, pero unidos representamos la unidad económica más formidable que pueda existir.
Entonces, señores, yo preguntaría, desde el punto de vista político internacional, ¿qué estamos esperando para realizar lo que hace más de cien años ya nos estaban indicando San Martín y Bolívar?
Cuando pensamos en estos problemas, unirnos es una conveniencia, pero cuando lo pensamos profundamente, relacionándolos con un rápido cálculo de posibilidades del futuro, unirnos es una perentoria e indispensable necesidad. Si nosotros, por pequeños factores circunstanciales, por pequeños pensamientos o sentimientos de la política interna de los países, o quizás "cabestreando" injustificadamente a sentimientos que vienen de afuera de nuestra América, no nos uniésemos, cargaríamos con la tremenda responsabilidad del futuro nuestro.
He dicho muchas veces, lo he dicho públicamente, que nuestro país está total y absolutamente preparado para esa unión. Hemos dicho que estamos a disposición de los que quieran unirse, que nosotros estamos convencidos de esa necesidad, y queremos señalar para el futuro, cuando las circunstancias carguen la responsabilidad de no habernos unido sobre los hombres públicos de nuestro tiempo, que yo. por lo menos, estaré libre de esa tremenda responsabilidad.
Nosotros anhelamos que la persuasión de esta necesidad de mantener una verdadera unión llegue a los pueblos y, a través de ellos, a los gobiernos, porque no nos interesa quién está en el gobierno, sino que esos sentimientos estén realmente arraigados en el pueblo, y a través de ellos, quizás en cinco, diez años o en cincuenta, esto llegue a imponerse para bien de todos nuestros países. Y Dios quiera que ese sentimiento que nosotros hemos impreso en nuestro país, basado en la justicia social, en la independencia económica y en la soberanía política, nos permita en el futuro constituir acuerdos con países que también enasten esas mismas banderas, para que los acuerdos puedan ser realizados por entes independientes y soberanos. La amistad se basa en una igual dignidad. En esa dignidad debemos de encontrarnos en el camino de nuestra felicidad y de nuestra grandeza. Dios quiera que el destino de América, confiado en las manos, en la inteligencia y en el entusiasmo de la juventud, cuyos sectores estamos compartiendo en toda nuestra América, nos ilumine para que cada uno de nosotros, argentinos, brasileños, chilenos, peruanos, etc., luchemos por esa causa, que es la causa superior de América.
No creemos en otros tipos de uniones hechas "entre gallos y media noche" en cualquier otra organización; creemos en la unión de los pueblos, no en los hombres que dicen muchas veces representarlos y no los representan.
Finalmente, señores, quiero agradecerles la oportunidad de haber podido decir estas pocas palabras en esta ocasión, y exhorto a todos los muchachos a que mediten sobre estos importantes temas de la política internacional. Quizá yo he expuesto nuestra política internacional en forma fragmentaria, porque en el mundo no existe solamente Latinoamérica, sino que existe también mucha en otra tierra. He querido referir todo el tema a lo que nos interesa a nosotros, como si habláramos en familia. Y quisiera que a esta familia inmensa de los que hablamos un mismo idioma, que tenemos iguales Sentimientos, iguales quejas, iguales dolores, se la encuentre siempre unida para defendernos en conjunto. Quizá así escapemos a las exigencias del año 2000, para que nos encuentre felices, libres y soberanos.