lunes, 26 de junio de 2006

El debate acerca de la Descentralización



*Equipo de Coordinación Programática de Espacio San Isidro
espacio_sanisidro@yahoo.com.ar

Desde hace algún tiempo son muchos los municipios como San Isidro los que reclaman a la provincia de Buenos Aires inicie un proceso de descentralización de competencias argumentando poseer la capacidad de administración y sustentabilidad económica necesaria para gestionar las problemáticas locales. Creemos que ante esta posición es preciso realizar algunas consideraciones que entendemos fundamentales para un abordaje profundo y complejo acerca del concepto de descentralización.Uno de los principales supuestos de esta es que: a mayor extensión de la descentralización hacia la comunidad, menor necesidad de complejas estructuras de gobierno y representación.
Su implementación no resulta simple ni económica a primera vista, pero se trata de una inversión pública que permitirá reconocer a la comunidad vecinal como sujeto activo en los procesos de decisión, revisión del gasto, definición de prioridades y sugerencia de medios para realizarlas. Se trata de un proceso que pretende la agilización de la gestión y el desarrollo de mecanismos de control y participación ciudadanos como consecuencia de la mayor proximidad que se promueve entre representantes y representados.
Sin embargo, a pesar de la intención del Estado y la expectativa de algunos sectores sociales, diversos estudios han demostrado que la descentralización no implica por si misma un efecto democratizador. Es por ello que resulta indispensable que esta política estatal encuentre, por parte de la comunidad, una importante promoción de la participación ciudadana que promueva el desarrollo de nuevas pautas de rendimiento de cuentas por parte de los funcionarios públicos (accountability).
La descentralización puede ser analizada en dos niveles: en primer lugar, como una modificación de las relaciones entre Estado y sociedad civil. Analizada desde este punto de vista, la descentralización implica el tránsito desde un modelo de relación Estado-sociedad verticalista, en donde las directivas de acción de la sociedad se elaboran en las esferas gubernamentales y son impuestas a la comunidad a través de las instituciones estatales, hacia un modelo de relación de doble vía, en el cual el modelo de desarrollo social es resultado de la interacción fluida entre el Estado y los actores sociales.
En este sentido, la descentralización tiene un gran potencial democratizador, ya que permite incluir en el proceso de toma de decisiones a los actores sociales locales, incrementando la participación de los mismos en la definición de sus proyectos de desarrollo comunitario. Al mismo tiempo, y como aspecto fundamental de la democratización, la construcción de un nivel de gobierno abierto a las opiniones y definiciones de la sociedad civil tiende a aumentar la equidad de la acción estatal, ya que la mayor cercanía del nivel de gobierno abre canales de participación a las demandas de los sectores sociales más desfavorecidos, que no cuentan generalmente con los recursos de presión necesarios para hacerse oír en el nivel central, ya que la relación entre gobernantes y gobernados se intensifica en espacios políticos reducidos.
En un segundo plano, la descentralización implica un cambio en el modo de gestión del gobierno. La mayor cercanía entre gobierno y sociedad civil incrementa la visibilidad y transparencia de las acciones de los gobernantes, facilitando el control ciudadano sobre la gestión y manejo de los recursos públicos, lo cual ayuda a evitar el comportamiento corrupto de los funcionarios. Al mismo tiempo, la aproximación del nivel de toma de decisiones a los problemas efectivos de la sociedad permite una utilización más eficiente de los recursos públicos, así como la implementación de soluciones que contemplen todas las características y particularidades del nivel micro local.
Ahora bien, estos resultados positivos de la descentralización no se desprenden espontáneamente de la creación de nuevos niveles de gobierno local, ni de la transferencia a los mismos de competencias antes monopolizadas por el nivel central. La descentralización no debe ser vista sólo como un acto de creación y puesta en funcionamiento de instituciones gubernamentales, sino como un proceso de modificación de todas las relaciones de poder que se dan al interior del Estado y entre el Estado y la sociedad. Para que este proceso tenga un sentido democrático y positivo es indispensable por un lado la construcción de instituciones comunales consolidadas, con real capacidad de solución de problemas, el estímulo de los procesos políticos a nivel comunal y fundamentalmente la constitución de actores sociales organizados y con capacidad de incidir en la toma de decisiones a nivel local y en el control de la gestión pública. Si estos actores no se constituyen, la descentralización no es más que una fragmentación de la estructura gubernamental, fragmentación que favorece, por la falta de sometimiento a los controles del nivel central, la constitución de redes clientelares y de corrupción.